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Seguridad Química

 

Las sustancias químicas desempeñan un papel importante en la producción y la distribución de los alimentos. Cabe destacar la mejora en los rendimientos de las cosechas y de la producción ganadera de los productos fitosanitarios y de los medicamentos de uso veterinario, respectivamente, consiguiéndose de esta forma abaratar los costes de las producciones y, por tanto, reducir el precio de venta al consumidor de los alimentos. Los aditivos alimentarios, cuya adición intencionada a los productos alimenticios tiene un propósito tecnológico, permiten mejorar la presencia de los alimentos en el momento de su puesta en el mercado. Por otro lado, se utilizan materiales, como plásticos, papel, cartón, etc., para mantener en condiciones higiénicas los alimentos y permitir su distribución, así como para mejorar su presentación.

Sin embargo, su utilización conduce a la presencia de sustancias químicas en los alimentos, constituyendo un riesgo potencial que debe ser analizado de una manera eficaz, con el objeto de poder garantizar al consumidor la inocuidad de dichos alimentos.

La presencia de sustancias químicas en los alimentos también puede tener un origen no intencionado, producido por la contaminación medioambiental (aire, agua o suelo) o por prácticas culinarias habituales (barbacoas, frituras, etc.), cuyo riesgo también debe ser objeto de un análisis.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) es el organismo independiente responsable de la evaluación del riesgo en la Unión Europea, que emite opiniones científicas sobre los factores de peligro identificados. Con el fin de hacer la información disponible más accesible, EFSA ha creado una base de datos de riesgos químicos, Chemical hazards data - OpenFoodTox que pretende compilar todos los datos acerca de la caracterización de riesgo de más de 4.000 sustancias químicas diferentes.

Corresponde a la Comisión Europea y a los Estados miembros de la UE hacer una adecuada gestión del riesgo derivado de la evaluación de la EFSA. Esta gestión se traduce, en gran medida, en la elaboración de la legislación de la UE. Así, por ejemplo, disponemos de una lista de límites máximos de residuos de productos fitosanitarios (Reglamento 396/2005), de contaminantes en alimentos (Reglamento 1881/2006), de aditivos alimentarios (Reglamento 1333/2008), etc., de manera que se cubren todos los ámbitos relativos a la presencia de sustancias químicas en los alimentos.