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¿Consumo de frutas con piel o sin piel?

Sin categorizar
Ingerir frutas peladas o con piel no se puede considerar relativa a la seguridad alimentaria, pues en ambos casos realizando una correcta manipulación del producto pueden calificarse como prácticas seguras y aptas para el consumidor.

La ingesta de frutas sin pelar es una situación contemplada en la evaluación de riesgos al consumidor que se realiza de manera previa y obligatoria a la utilización de plaguicidas en alimentos, y en la fijación del correspondiente Limite Máximo de Residuos (LMR).

La autorización de utilización de un producto fitosanitario requiere la evaluación previa de las consecuencias que ello conlleva para la salud de los consumidores, teniéndose en cuenta los efectos a corto y largo plazo de esa ingesta, así como los grupos vulnerables de la población, como los niños, y siempre desde un enfoque del “peor caso posible”, es decir, aquella situación en la que tras la realización de ensayos supervisados se ha observado la mayor presencia de residuos en la fruta.

Sólo aquellas frutas de piel no comestible (naranjas, kiwi, plátanos…) pueden, si es necesario, evaluarse teniendo en cuenta que la cantidad teórica máxima de residuos que se podrían ingerir está reducida pues se ha eliminado la piel, que como bien comenta en su escrito, suele retener la mayor parte de los residuos de las sustancias químicas empleadas.

Únicamente cuando esta evaluación de riesgos se ha realizado, se puede autorizar el uso de una sustancia activa (plaguicida), y en unas condiciones de uso (fijación de LMR) que sean las estrictamente necesarias para asegurar la protección fitosanitaria sin menoscabar la Salud Pública. Sólo las frutas que cumplen con este LMR pueden ser comercializadas.

Independientemente de lo anterior, si por los valores nutricionales, especialmente su alto contenido en fibra, se opta por consumir la piel de la fruta se debe siempre proceder al lavado de las mismas. Este lavado tiene como finalidad eliminar residuos de plaguicidas, suciedades y restos de tierra que pueden aportar al alimento bacterias, virus, parásitos y contaminantes como el plomo. Las frutas y verduras deben lavarse colocándolas bajo un chorro de agua. Si están muy sucias pueden sumergirse o emplearse desinfectantes como la lejía de uso alimentario.

En resumen:

AESAN trabaja, junto con las demás autoridades competentes, para que tanto las frutas peladas como con piel que lleguen a los consumidores sean sanas y seguras.
Si se consumen frutas con piel es indispensable realizar un lavado previo de las mismas.
La elección de ingerir fruta pelada o entera no es por tanto una cuestión de seguridad alimentaria.

10-06-2010

AECOSAN - Agencia española de consumo, seguridad alimentaria y nutrición

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